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MUSICAS GLOBALES CONTEMPORANEAS

VUELO SONOGRAFICO POR CAMBRIDGE [PARTE I]

PARTE I | De Suecia a Huesca, en un vuelo sin descanso de un Ave Herida.

Cuando comienza el periodo invernal allá en Suecia, para un ave migratoria que se precie, debe hacer honor a su rango ornitológico; necesita huir del frío, migrando hacia tierras más cálidas en busca del apasionado apareamiento. Como entenderéis mi especie suele también pasar periodos estacionales por geografías nórdicas. En aquellas gélidas tierras mi curiosidad musical se vio gratamente sorprendida por la escucha de una voz seductora, rampante y diferente. Don't Fall Asleep. -Para seguir este relato, recomendaría a los lectores, a la vez que avancéis en la lectura, pongáis en escucha el tema musical que va presentándose PULSANDO EN EL PLAY del reproductor player de abajo-. Las dos artes si van de la mano transmiten más sensaciones. Perdonad por el inciso, prosigo: composición que además, estaba secundada a los teclados de una manera impecable, realzando dicha singularidad vocal femenina nacida en Hungría: Andrea Gerak. Ciudadana del mundo afincada en Suecia. Sin duda, tuve la fortuna de poder oír varios temas de esta pareja de artistas en las radios de la localidad donde me encontraba anidando. Temas como Yay, i´ve been freezing y alguno más eran de escucha cotidiana.

Mi desasosiego me sobrevino cuando “tiempos A” olvidé, por mi mala memoria, el nombre de la inteligente materia gris que componía o creaba aquellos seductores arreglos tan mimados hasta el detalle. Puestos al servicio de esa singular voz con tonalidad ancestral. Realzándola y embelleciéndola; como un modisto, embellece a su musa -y modelo- predilecta. Como las inclemencias del tiempo arreciaban crudamente donde me encontraba; por instinto, decidí partir hacia el sur del sur: África. De una buena vez.

Emprendí el viaje. En mis extensos vuelos, cuando aleatoriamente aterricé en Huesca, me detuve a descansar del esfuerzo. Me quede maravillado de la zona natural, tras una ardua etapa de kilómetros por cielos europeos. Esta ciudad pirenaica del alto Aragón a mis ojos actuales no tiene parangón. Sus horizontes rojizos, al atardecer en otoño, viento en los cristales de los balcones altos, gente que va y viene por las calles… molinos de viento en el horizonte, muy, muy a lo lejos. No había surcado sus cielos nunca hasta ahora. Era la primera vez que me apostaba en sus árboles; entre ocres, tonos verdes y salmón. Los oscenses tienen un parque muy coqueto, cuidado y acogedor (me dije a mi mismo). Con estanques, jardines recoletos, y frondosidad que asombraban a los turistas y daban sombra con esplendor a las parejas de tortolitos.

Mis alas llegaron algo fatigadas, deterioradas por el esfuerzo del vuelo continuado; deteniéndome en unas ramas, tras un baño para acicalarme. ¡Cuando repentinamente! sentí un inmenso golpe de proyectil. Y un consiguiente dolor, en una de mis alas, por la ráfaga de munición empleada. Sentí como me acribillaba una desbandada de piedrecillas; lanzadas, a modo de tirachinas, por unos niños de dudosa reputación angelical. Ellos exaltaban su broma entre risueños trofeos de alegría, por haber coronando su travesura con éxito.

En estas circunstancias, maltrecho y herido. Solo supe tomar cobijo entre unos ventanales de unos pisos de las cercanías. Allí podría pasar algunas noches, a resguardo de vientos fríos y a buen recaudo de la intemperie nocturna. Nada mejor para mi recuperación entre murmullos y gorjeos de quejumbre -pensando para sí-. Cuando de pronto, noté como llegaban a mis oídos unas melodías que me sonaban francamente familiares como Folk songs from Domahaza. Era como un claro sonido evocador de ese estilismo del que me había dado buena cuenta en tierras de Suecia.

No me lo podía creer. ¿¡Aquí, en Huesca, también sonaba mi nombre desconocido!? ¿Pero quién era este tipo, que componía estas maravillas! Si no era uno de esos consagrados fusionadores de la alquimia rítmica que se os vienen a la memoria. De quien se trataría, que ni yo recordaba su nombre. Debía de ser un personaje muy considerado, ya que al ser programada su música por doquier -y por donde yo pasaba me lo encontraba sonando-, tendría que serlo con toda certeza. Esa noche la pasé muy acurrucado con la cabecita bajo el ala sana. Sin duda ayudado por el aroma a musicoterapia que desprendía de aquella alcoba que daba a mi ventana refugio. Esas fragancias sonoras que reverberaban, me serviría de bálsamo para descansar esa primera larga madrugada en tierras españolas. Mientras escuchaba una versión de Rorogwela (Blue beach mix) en un sentido homenaje a los pioneros fusionadores étnicos Deep Forest. Que me sirvió de nana. Hasta que por fin me debí dormir rendido por el cansancio y sopor… y el intenso día de supervivencia. Mi corazón durmió esa noche con serena alegría. Desde luego –y ya entre sueños- estos temas que conforman una serie de la mejor fusión, deben estar escritos con exquisita colaboración. Que belleza y delicadeza inspirativa, acaparaban estas piezas entre tradición y electrónica… bien servía este autor.

VIDEO | Andrea Gerak & Cambridge - Rorogwela (Sunset Mix)

Durante el siguiente amanecer, a las claras del nuevo día, me sugería a mí mismo: ¿Será o no, mi querido autor Sueco?, el que ha compuesto estos temas. Lo cierto es que la intriga reverdecía- por dentro me crecía- y como el musgo, a la piedra, se asía. Las melodías condenadamente se parecían en el estilismo. Y guardaban el sello del mismo compositor. Mi oído fino se lo merecía, no me podía estar jugando una mala pasada en esta ocasión. No, no, ¡seguro que no!; que va… ¡en esta ocasión no! Por favor, no es posible. ¡Dios mío!, sácame de esta incertidumbre. A caso ¿Sería otro autor distinto con el mismo marchamo de modismos?

Cuando de pronto las persianas comenzaron a alzarse tras de mí. Habían llegado las primeras claras del día, entre malvas claridades y rojizas nubes celestiales. Era del interior de la ventana que se habría a la luz naciente del exterior. Me reduje en un rinconcillo del poyete del ventanal. El ala “tocada” aun me dolía, y no podía alzar el vuelo ni propulsar todavía el aleteo acostumbrado. El corazón se me aceleraba por momentos, por la incertidumbre de lo que a continuación me sucedería. Un hombre, maduro, con sorpresa, desde dentro de su hogar me miró a la vez sorprendido. Posiblemente por verme allí acurrucado y embolado. Yo lo observé con temor en un principio. Entre las aves ya sabemos que los humanos no nos quieren cerca de sus dominios. Tan solamente si andamos enjaulados para encantarles con nuestros trinos.

Este es mi fin me dije. Pero ¡no! Todo no acabó ahí… sus ojos cálidos y amables -tras sus gafas- esbozaron una amplia y tierna sonrisa; abrió la hoja de la cristalera con sigilo; me tendió una mano, con la otra, unos mendrugos de alimento -tras una pausa contemplativa- y me acarició con sutileza despaciosamente con su mirar profundo. Luego se alejó y dejo la ventana entre abierta -como gesto de invitación para entrar- tras un leve instante volvió a adentrarse en su habitación y en su cometido musical.

Sentóse ante su teclado y otros artefactos que pocos pájaros adivinarían que fueren instrumentos; ante él un monitor panorámico, relucía… sin duda, tecnología necesaria para que un compositor trabajara con comodidad y a gusto en sus obras. Comenzó a esbozar unos acordes de afinación y preparación. Un vals con los dedos sobre teclas en blanco y negro. Era su hora de ensayo, su momento; el del propio encuentro de mas propicios reencuentros con las musas; y a la vez, búsqueda incesante de nuevas melodías que le sugiriese el significado de la palabra CALIDAD. Para moldearla y modelarla a satisfacción y voluntad. Sin duda –allí estaba yo, minúsculo- en vivo; -y él- solo ante la contienda, por capturar y alzarse con las músicas más emocionantes; esas que jamás habría sido testigo de poder experimentar -un pájaro de cuenta como yo- tan cerca a su autor predilecto. Todo aquello no hizo otra cosa que volver a evocar mi recordado: Don't Fall Asleep.

(Continuará…)


PLAYER | Ángel Orós - Cambridge [Parte I]



Ángel Orós - Cambridge [Parte I]

















 

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3 comentarios

Jose -

Hola Spirit Wind.
Muy bonita la historia, aunque un poco trágica debido al accidente con tu ala.
Espero que no te hayan quedado secuelas y puedas seguir surcando los cielos en busca de nuevos mundos sonoros.
Seguro que el ser humano que te dejó la ventana abierta sabrá cuidarte bien.
Con sus cuidados y su música seguro que se te cura el ala.
Estoy deseando ver como acaba todo esto.

SpiritWind -

Cambridge: No es molestia, lo que tu música y trato cordial motiva a plumas como las mías. Es un placer creativo escribir sobre tí.

Cambridge -

Gracias por las molestias, Spirit. Esa foto..., tiene más de diez años... XD Sí, algún día me haré un nuevo book.